Que este texto antiguo, con todos sus ángeles y abismos, sus visiones y profecías, nos inspire no solo a conocer más sobre el pasado, sino a vivir más conscientemente en el presente. Que nos recuerde que somos parte de una historia más grande, una narrativa cósmica donde cada acto de bondad, cada búsqueda de verdad, cada momento de justicia, tiene resonancia eterna. Y que, como Enoc, podamos caminar con lo divino, no con miedo, sino con asombro reverente ante el misterio insondable de la existencia.